Debido a que el sistema radicular de la avena es más
profundo y desarrollado que el del trigo y la cebada, permitiéndole aprovechar
mejor los nutrientes del suelo, históricamente ha sido vista como un cultivo de
bajos requerimientos, típicamente cultivada en ambientes con suelos más pobres
y de escasa fertilidad. Sin embargo, el desarrollo de variedades de grano y forraje
de mayor rendimiento, junto con un creciente interés por parte de los mercados
de exportación como de los nacionales, demanda ahora una gestión más precisa de
los nutrientes.
La continua extracción de nutrientes sin reposición adquiere
especial importancia cuando los suelos ya son marginales o deficientes en
nutrientes, disminuyendo la productividad y la calidad de estos. Esta situación
sumada al retiro de la materia orgánica (MO) impacta directamente en la calidad
del suelo. La MO es crucial para suministrar los nutrientes al suelo, además de
contribuir a mantener sus propiedades físico-químicas en niveles adecuados,
como el pH, la permeabilidad, la capacidad de absorción, la conservación y la
temperatura.
Planificando
un plan nutricional eficiente
La avena, como toda gramínea, tiene una alta demanda de
nitrógeno, aunque no debemos descuidar la importancia del fósforo y otros
oligoelementos. Los principales nutrientes necesarios para un crecimiento ideal
son el nitrógeno (N), el fósforo (P), el potasio (K) y el azufre (S); y los
micronutrientes cobre (Cu), manganeso (Mn), molibdeno (Mo) y zinc (Zn). Para
lograr un óptimo desarrollo de la planta, es necesario un aporte balanceado de
nutrientes.
Aportando
nutrientes antes de la siembra
Para lograr una implantación exitosa, se recomienda la
inoculación de semillas y su potenciación mediante la aplicación de
vivificantes. Tratar las semillas con vivificantes representa una alternativa
para asegurar que el cultivo reciba los nutrientes esenciales para su
desarrollo inicial, al tiempo que estimula el crecimiento temprano para lograr
una mejor implantación. Este tratamiento no solo nutre a la plántula desde el
momento de la germinación, sino que también protege la semilla del sodio
presente en el suelo.
MIST-VG® es una suspensión mineral que contiene los
elementos: nitrógeno, azufre, calcio, magnesio, hierro y silicio. Estos
minerales aseguran una zona de confort en la rizosfera y permiten la máxima
expresión del PG de la semilla, favoreciendo el desarrollo de la plántula.
Los vivificantes de alta tecnología que incorporan
nanominerales se pueden aplicar, junto con los inoculantes, a una dosis de
500cm³ cada 100 kilos de semilla y se deben diluir con agua (a razón de 0.5 Lt.
de agua por cada litro de vivificante).
En la
siembra
Además de una preparación adecuada del suelo, es fundamental
conocer el contenido de nutrientes potencialmente disponibles para el cultivo.
Mediante un análisis de suelo, podemos identificar y corregir las deficiencias presentes
mediante un programa de fertilización adecuado.
En situaciones de siembra directa la avena presenta una gran
respuesta al agregado de N al momento de implantación, mejorando la producción
de macollos y el peso de las panojas, aumentando el rendimiento y la proteína
del grano, variando la respuesta básicamente de acuerdo con la fuente de
nitrógeno empleada, al momento de aplicación, a la dosis y al contenido de
humedad y nitratos del suelo.
Los fertilizantes simples tradicionales ofrecen una baja
cantidad de elementos disponibles, con un alto riesgo de fitotoxicidad
dependiendo de la dosis aplicada. La avena es altamente sensible a elevadas
dosis de N, las que provocan fitotoxicidad y muerte de plántulas cuando se
sobrepasan ciertas dosis.
Las nuevas tecnologías que ofrecen fertilizantes
microgranulados nanoestructurados incorporan nutrientes de alta pureza y de
composición balanceada, presentando un nivel de eficiencia productiva superior
a los tradicionales y mejorando la distribución y localización de los
nutrientes en las zonas de absorción temprana de la radícula durante el período
de emergencia del cultivo.
Kioshi Stone pone a disposición BIOME, una
nueva línea de productos microgranulados, que incluye al B-Phos 10-40
que se posiciona como una herramienta crucial en las estrategias de
fertilización gracias a sus ventajas y su eficacia comprobada. La línea B-Phos
incorpora 13 nutrientes en su composición, incluyendo: nitrógeno, potasio,
fósforo, azufre, magnesio, hierro, manganeso, zinc, boro, cobre, calcio,
silicio y molibdeno. Siendo la composición más completa del mercado.
Se caracteriza por asegurar una granulometría uniforme de
0.6-1.5 mm, como también por su nanoestructura. Esta nueva tecnología facilita
la aplicación precisa y controlada, minimizando el desperdicio, evitando la
fitotoxicidad y maximizando la eficiencia de la fertilización. Además, permite
reducir la cantidad de producto necesario para alcanzar los mismos
rendimientos, lo que resulta en menores costos operativos y una menor carga
ambiental. Esta combinación de precisión, eficiencia y sostenibilidad posiciona
a Biome como una herramienta indispensable para mejorar la productividad
y optimizar el uso de recursos.
Permite reemplazar 80kg/ha de MAP por solo 35kg/ha de B-Phos 10-40, alcanzando resultados en rendimiento hasta levemente superiores. En su función de arrancador permite un mayor desarrollo temprano del cultivo en sus primeros estadios.
Refertilización
foliar
La fertilización foliar, como tercer tipo de fertilización,
puede considerarse complementaria, pero no menos importante para alcanzar altos
rendimientos. Esta técnica implica la aplicación localizada de micronutrientes
y macronutrientes que pueden no estar disponibles en el suelo, asegurando que
estén disponibles para la planta en el momento en que los necesite. Su
principal ventaja radica en la capacidad de suministrar a la planta los
nutrientes necesarios en etapas críticas tardías para lograr altos rendimientos,
o para aplicar micronutrientes de manera eficiente, ya que se requieren en
dosis muy pequeñas.
La aplicación de productos foliares en un verdeo de avena,
durante los meses de invierno, logra incrementar la producción de materia seca,
incrementando el índice de área foliar, la biomasa aérea y el rendimiento.
MIST-N®, es una suspensión de nanopartículas minerales, con una elevada concentración en base seca de nitrógeno (18%), azufre (4%), calcio (10%) y magnesio (5%), a la que se le suman trazas de boro. Como fertilizante líquido, puede ser aplicado por pulverización al fin del macollaje, con el surco completamente cubierto, sin inducir estrés en la planta, y no posee fitotoxicidad. Al ser una fuente de alta pureza, cuenta con la practicidad de requerir bajas dosis respecto a otras alternativas, permitiendo optimizar su gestión y transporte.
Se recomienda una muy baja dosis de aplicación, del orden de 3 a 4 litros de fertilizante por hectárea/año.
MIST-N® viene en presentación Bag in Box de 15
litros, que permite armar un pallet estándar de 56 unidades (840 litros),
fácilmente transportable en camioneta y cuyo rendimiento permitirá cubrir hasta
420 hectáreas.
En resumen, la fertilización de la avena es una práctica
fundamental que, si se lleva a cabo correctamente, puede conducir a la
producción de un cereal de alta calidad. Es importante recordar que un plan de
fertilización bien ejecutado no solo es una inversión, sino también un factor
crucial que se traducirá en una mayor productividad y rendimientos más elevados
en el cultivo.